Desayunamos temprano este Viernes Santo contemplando omnubilados la ola de frio polar en todas las cadenas de la tele junto a otros americanos que en sandalias y pantalon corto no se lo acaban de creer.
Maletas de nuevo al coche. Y hacia Washington. En el camino, se decide parar por no muchos votos a favor en Baltimore para conocer una zona llamada Fells Point. No sabemos si el resto de Baltimore merece la pena, aparentemente no pero Fells Point, sí. Te traslada rápidamente a las antiguas tabernas, a los barcos amarrados en el puerto llenos de contrabando, peleas entre sus calles empedradas y sus bonitas casas. La visita dura menos de una hora y de nuevo camino a Washington.
¿Qué se puede decir de la verdadera capital de los Estados Unidos? Realmente que nunca pensamos en visitarla pero la madre de Raquel dijo que era indispensable y realmente lo es. Algunos de aqui piensan que es una capital artificial ya que fue una ciudad creada con el único objetivo de convertirse en la capital por lo que esta perfectamente diseñada para ello. Mas eso no le quita valor alguno. Hay que plantarse en medio del Mall (es zona grande ajardinada que aparece en las películas) teniendo a un lado el impresionante Capitolio y en su lado opuesto al Lincoln Memorial (el famoso obelisco) para tener esa extraña sensación de libertad que supongo los arquitectos quisieron darle a la ciudad. Todo son espacios enormes abiertos. No hay ningun batiburrillo de edificios. Cada uno de los que rodean al Mall son museos llamativos de estilo clásico.
Para entrar en el Capitolio, que es muy recomendable, hay que coger las entradas el dia anterior por la mañana, por lo que nosotros apenados no pudimos entrar pero sí lo hicicmos en el Jardin Botanico para decir que habíamos entrado en algun sitio de Washington (que por cierto, es muy bonito). Si se sigue andando por el Mall desde el Capitolio hacia el Obelisco de Washington, perpendicularmente a la derecha, aparece la Casa Blanca que despues de haberla visto en tantas peliculas ni te sorprende, bueno te extraña encontrarte delante de ella y no el la butaca del cine. Ah! las ardillas de delante de la Casa Blanca son bastante amigables o tienen un hambre que se mueren porque te cogen las avellanas de la mano.

Volviendo al Obelisco y mirando en sentido contrario al Capitolio tenemos el Lincoln Memorial, el famoso edificio que quien no recuerda en la peli de Clint Eastwood o de Forrest Gump con su fachada con columnas por cada uno de los estados (48) que entonces formaban los Estados Unidos y la estatua enorme de Lincoln sentada mirando con aparente gravedad lo que sucede alrededor. Desde los pies de Lincoln se obtienen unas buenas vistas del Capitolio a lo lejos, el obelisco y los lagos en los que se metió la novia de Forrest Gump al final de la peli. Hay una serie de estatuas en las cercanías que merecen un vistazo. Una es la de los Veteranos de la guerra de Korea.
Estuvimos también en el Cementerio militar de Arlington para el que hay que coger el coche y queda a unos minutillos junto al famoso Pentágono. El cementerio sobrecoge no únicamente por el incontable número de lápidas de mármol blanco perfectamente alineadas que suben y bajan por las colinas verdes, sino tambien por el espacio que aún queda por rellenar con más.
Casi todas las lápidas pertenecen a militares de las dos guerras mundiales pero además están las tumbas de Kennedy, su mujer y sus hijos y de su hemano Robert. Frente a la Tumba del Soldado Desconocido se hace un cambio de guardia cada 30 minutos que merece la pena ver sobre todo por lo raro que andan los guardias como un poco estreñidillos. Hemos leído que estos guardias tienen un entrenamiento dificil, comenzando por que en los 6 primeros meses de academia no pueden hablar con nadie ni ver la televisión. Todos han de medir la misma altura y tener parecidas medidas, realmente parecen autenticos clones. Resulta agradable dar un paseo por el cementerio, no resulta tan lúgubre como los de España.
Volviendo de nuevo a Washington, nuestro hotel se encontraba en el Barrio de las Embajadas, un lugar al que nos mudábamos hoy mismo. Lleno de casas preciosas entre árboles añejos. La calle Connecticut Avenue que desemboca en Dupont Circle conforma un barrio que hay que visitar con tiendas, restaurantes caros y no tanto abiertos hasta tarde y con mucho ambiente nocturno. Toda la zona es realmente bonita.
Ah! Nuestro hotel una pasada. Precioso y pijo. Teníamos una suite junior (no imagino las demas) con salita de estar, cocina y vestidor. Las vistas eran muy bonitas, sobre todo al día siquiente en el que se despertó todo Washington nevado. Y ya van dos.